Pilar, una heroína flamenca sin capa ni volantes

CUENTO: Lapor | ILUSTRACIÓN: BLANCA ROGEL

La historia comienza en un lugar de Sevilla, a ritmo de flamenco, de castañuelas, de palmas. Hay plantas con muchas flores, olor a naranja y a la gente le gusta decir «¡ay, qué fatiga!».

Allí nace Pilar, nuestra pequeña heroína. No tiene capa ni vuela. Le gustan las tostadas de tomate con jamón y cuando sea mayor, quiere tener un bar donde solo haya tostadas muy ricas.

También le gustan las cosas que están guardadas en los cajones de su casa: braguitas, postales, cubiertos… y los usa para jugar con sus muñecas. Ya de pequeña, se inventa juegos de chicas que se apañan solas, son fuertes y que tienen carácter. Pero no porque sean superheroínas, sino porque confían en ellas, aunque sean de plástico o de porcelana.

En la ciudad donde vive la gente que va a misa adora a las vírgenes. En Semana Santa, se quedan todos callados viéndolas pasar. Ella prefiere asomarse por sitios por donde la gente no suele mirar, para ver las cosas de otra manera y se fija en todos esos hombres que están debajo de la enorme y pesada estructura que sujeta a la virgen, y que avanzan juntos, dando pasitos muy pequeños, como si fueran un ciempiés. Se llaman costaleros. Entrenan todo el año. Les gusta mucho la virgen, por eso la llevan en lo alto, para que todos la vean pasar.

A ella también le gusta la virgen, pero como cuando te cae bien una amiga.

¡Quiere ser artista!

Pilar quiere ser artista. Al principio, los profesores le dicen que no dibuja bien, pero ella, que es muy alegre, un día en la cocina coge la olla exprés (esa que tiene una pequeña chimenea, que gira muy rápido y que pita como si fuera un barco o un tren), porque es un tesoro, o un instrumento musical y se le ocurren un montonazo de cosas que hacer con ella.

A veces quiere volar e irse a conocer mundo. No le gusta estar siempre en la cocina. Tampoco a mamá y a la abuela estar siempre cocinando.

Dicen que aquella olla exprés que un día reinventó en la cocina de su casa aún no ha vuelto, que está volando por ahí, de museo en museo, con unas alas que le  hizo Pilar… ¿La has visto? Acaba de pasar. La he oído pitar.

Y así fue como Pilar se convirtió en artista como ella quería. Y utilizó los mantones y los vestidos de flamenca de lunares, y todas las cosas típicas de Sevilla para cuestionar con su arte el lugar que las mujeres ocupan en la sociedad. Y ahora es famosa y viaja por el mundo entero mostrando a que las mujeres de Sevilla no siempre están bailando en la feria ni cocinado en la cocina. Y que tienen mucho arte.

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Pilar Albarracín

Nacida en Sevilla en 1968, Pilar Albarracín es conocida por sus performances, bordados, collages, vídeos, dibujos e instalaciones. En todos ellos, ha utilizado el vestuario típico andaluz y otros elementos de la cultura sevillana para criticar el rol impuesto a la mujer andaluza. Desde 1993 ha participado en numerosas exposiciones en España y en el extranjero, siendo siempre uno de los principales (y primeros) referentes españoles en la lucha del activismo feminista artístico.