Egeria, una aventurera del siglo IV

CUENTO: ANGÉLICA RUIZ | ILUSTRACIÓN: TUTTI CONFETTI

Hubo una vez una niña que se llamaba Egeria y que vivió en la época de los romanos, en el norte de España, en la zona de El Bierzo, al lado de Galicia. Allí vivían muchos monjes que aprovechaban la paz del entorno para rezar y meditar.

Egeria escuchaba a los religiosos leer pasajes de la Biblia, y empezó a sentir curiosidad por comprobar cómo serían aquellos lugares bíblicos de Oriente que se describían en las lecturas. Pero, claro, Oriente estaba a meses de viaje atravesando el Imperio Romano y cruzando el Mediterráneo. Además, resultaba muy peligroso: el viaje estaba salpicado de bandoleros, e incluso, los que eran cristianos como ella, podían acabar ajusticiados porque su religión estaba prohibida.

Unos años después, los cristianos dejaron de estar perseguidos y la ruta se hizo un poco más segura, de modo que decidió arriesgarse y comenzó su periplo desde una punta a otra de aquel inmenso territorio.

 

Arrancó en su pueblo, rodeado de encinas y ríos, atravesó sendas y caminos hasta llegar a la vía que unía Hispania con Italia. Allí tomó un barco hasta los confines del Imperio romano en Constantinopla, cruzó luego el desierto y finalmente, cuando llevaba más de medio año de viaje, subió a «la montaña santa del Sinaí, toda ella tan pedregosa que no crece ni un arbusto».

Egeria decidió compartir su experiencia con aquellos amigos y familiares que se quedaban en su tierra. Uno de los pocos sistemas de comunicación de la época eran las cartas y así, la viajera, empezó a describir en ellas su ruta.

Egeria llegó a Jerusalén, la tierra santa, y visitó Mesopotamia y parte de Asia. No sabemos si volvió a su tierra natal porque en la última carta decía:

«Señoras mías: dignaos tenerme en vuestra memoria, tanto si continúo dentro de mi cuerpo, como si, por fin, lo he abandonado».

 

Como soy un tanto curiosa, quiero verlo todo».
Egeria

Y así fue como Egeria se convirtió en la primera mujer escritora de viajes en España. Es un ejemplo de cómo la curiosidad es una virtud capaz de animar al ser humano a iniciar tareas titánicas.

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La protagonista

Egeria

Viajera y escritora
Nació en la provincia romana de Gallaecia, en la zona actual de El Bierzo, en el siglo IV