Caterina Llull i Sabastida, la primera comerciante del Mediterráneo

CUENTO: MARINA SANMARTÍN | ILUSTRACIÓN: ANA MARTÍNEZ LASALA

Hace mucho, mucho tiempo, tanto que aún faltaban unas décadas para que Colón emprendiera su imprevisible viaje a América, nació en Barcelona Caterina Llull. La pequeña Caterina tenía tres hermanos y una hermana, Joana; y aunque no era muy frecuente que en aquella época se enseñara a leer y escribir a las niñas, los padres de Caterina y Joana sí quisieron que sus hijas aprendieran; gracias a ello, las dos hermanas, que estaban muy unidas, pudieron mantenerse en contacto por carta durante toda su vida.

Cuando se hicieron mayores, ambas hermanas se casaron, pero Caterina, cuyo esposo Joan Sebastida era mercader y funcionario real en Sicilia, se fue a vivir a la ciudad de Siracusa.

Caterina tuvo cuatro hijos, un niño y tres niñas, y se convirtió en una mujer resuelta y con una facilidad para la contabilidad que aprovechaba para gestionar las cuentas del hogar. Cuando era pequeña, también le habían enseñado a contar y esto le ayudó mucho en su vida.

Cuando su esposo falleció y la dejó sola con sus cuatro hijos y el negocio familiar, una de las primeras cosas que ella hizo fue escribirle una carta a Joana en la que le explicaba lo siguiente:

—Querida hermana, ¡qué difícil es abrirse paso siendo mujer en el mundo del comercio, que se mueve entre la acción de los hombres y la acción de Dios!

Joana le respondió:

—No te rindas, Caterina, tú eres una mujer valiente y lista, conoces bien el mundo de las mercaderías. Siempre te ha gustado. Estoy convencida de que muy pronto serás la mejor comerciante del Mediterráneo.

Caterina leyó las palabras de Joana y, al darse cuenta de que su hermana tenía razón, decidió que le haría caso, inspiró hondo, apretó los puños y se dijo a sí misma que, aunque tenía miedo, no se daría por vencida porque quizás en eso consistía ser valiente: no en no tener miedo, sino en ser capaz de enfrentarlo.

Caterina, incansable, defendió sus derechos en toda clase de tribunales e incluso a veces delante de la reina Isabel. Además, siguiendo el ejemplo de sus padres y sabiendo lo importante que había sido para ella, se encargó de enseñar a leer, a escribir y a contar a sus hijos e hijas.

Y así fue como Caterina Llull i Sabastida logró convertirse en la primera mujer mercadera del Mediterráneo, gestionando importantes operaciones comerciales entre Barcelona y Sicilia durante el último cuarto del siglo xv.

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Caterina Llull i Sabastida

Nacida en Barcelona en 1440, Caterina Llull i Sabastida, mercader y empresaria, asumió los negocios de la familia a la muerte de su marido y emprendió largos pleitos para hacer valer sus derechos y los de sus hijos sobre los bienes y títulos que le confió su esposo.