¡A sus órdenes, mi comandante Bettina Kadner!
Todas las niñas de su edad jugaban con muñecas, pero Bettina… Bettina no era como todas las niñas de su edad. Podía pasar horas cada tarde construyendo maquetas de aviones que luego colgaba del techo de su habitación. Ella no soñaba con ser princesa, ella soñaba con volar.
¡Claro que recordaba el día que decidió que lo que más quería en el mundo era subirse a un avión, de los de vedad! Pero no como un pasajero más, no… Lo que Bettina quería era ser ella la que volara, o más bien, la que hiciera volar aquellos aparatos que tanto le gustaban. Aquel día fue la primera vez que acompañó a su madre al trabajo. Su madre no trabajaba en una aburrida oficina, sino en el lugar más fascinante del mundo: el aeropuerto de Madrid. Ese día pudo ver desde muy cerca aquellos increíbles aparatos aterrizando y despegando por la pista a toda velocidad. Desde entonces, lo segundo que más quería en el mundo después de volar, era volver con su madre a ese lugar tan increíble lleno de aviones. Con doce años ya lo tenía claro: de mayor quería ser piloto.
Cuando se lo contó a su madre, al principio vio que ella no ponía muy buena cara, pero después sí, aunque se puso muy seria… Las madres siempre se ponen serias cuando van a decirte algo importante:
—Yo siempre te apoyaré, hija, pero quiero que sepas que conseguir tu sueño no va a ser nada fácil. Vas a tener que esforzarte mucho.
¡Y así fue! Cuando llegó el momento de prepararse para ser piloto, llegaron también los problemas. En aquella época, solo los chicos podían estudiar en la escuela militar de pilotos, la más importante. Pero Bettina no estaba dispuesta a rendirse así que no paró hasta encontrar una escuela que admitiera mujeres. Finalmente lo logró y consiguió su título de piloto, pero sus problemas no terminarían ahí.
Cuando quiso encontrar su primer trabajo como piloto, Bettina tuvo que pelearse con los señores que trabajaban en el Ministerio del Aire para que dejaran pilotar aviones a las mujeres.
Un buen día recibió una llamada de una pequeña y casi desconocida compañía aérea:
—Señorita Kadner, tenemos entendido que sabe usted pilotar aviones muy bien. Sería un honor que se convirtiera en piloto de nuestra compañía.
Su primer vuelo fue a Ibiza. Así Bettina acababa de convertirse en la primera mujer en pilotar un avión comercial en España. Tenía 22 años. Desde entonces ya no dejó de volar. Además, llegó a ser comandante, la autoridad que más manda en un avión. Fue la primera de España y la segunda en toda Europa.
Así fue como Bettina hizo de su sueño su trabajo durante más de treinta años hasta que se jubiló. Hoy su historia inspira a muchas niñas que como ella se atreven a soñar y a luchar por sus sueños.