África de las Heras, una espía española en el KGB

CUENTO: MILAGROS MARTÍN-LUNAS | ILUSTRACIÓN: ESTEFANÍA GARCÍA GÓMEZ

África aprendió a leer jugando con el globo terráqueo. Se tapaba los ojos, lo hacía girar y girar, lo paraba en seco con el índice y leía el nombre del lugar que se escondía debajo de la yema del dedo.

—Á-fri-ca, Ru-sia, Sud-a-mé-rica…

Ella había nacido en África, el continente más excitante del mundo. Desde niña supo que aquello no fue una casualidad. Con ese nombre, estaba destinada a vivir grandes aventuras por todo el mundo. Lo intuía, a pesar de saber que lo tenía todo en contra, porque cuando nació, hace más de cien años, en Ceuta, a las niñas se las educaba para encargarse de la casa, casarse, tener hijos y poco más.

África creció rodeada de amor, en una familia acomodada. Iba a un buen colegio, tenía muchos juguetes y no le faltaba nada de nada, pero a la pequeña, lo que más le gustaba era jugar con su hermana Virtudes a ser otra persona: le fascinaba inventarse vidas.

—Virtudes, ¿jugamos a que yo era una espía y tenía un secreto y tú tenías que descubrirlo? —le decía a su hermana mayor.

—África, ese es un juego de chicos. Mejor te llevo a tomar un helado —le contestaba Virtudes.

—Voy, pero que sepas que las chicas también podemos ser espías, detectives o lo que queramos —refunfuñaba la pequeña África.

Cuando se hizo mayor, en España estalló la Guerra Civil.

—¡Yo quiero luchar del lado de los comunistas y defender al pueblo! —Dijo África muy convencida.

Así que se fue a Barcelona donde se unió a otros muchos, algunos llegados desde la URSS, Rusia, la «casa» de todos los comunistas.

África era inteligente, intrépida y tenaz, así que los servicios de espionaje rusos, el KGB, se fijaron en ella:

—Tienes cualidades para ser espía. Te vamos a entrenar para que seas uno de nuestros agentes, ¿estás dispuesta?

—Sí, estoy dispuesta.

—Tu nombre en clave será Patria.

La Segunda Guerra Mundial había estallado. Los nazis, enemigos de Rusia, amenazaban con invadir el país, así que África fue enviada a la retaguardia alemana en Ucrania. Saltó en paracaídas con una pistola, un puñal y dos granadas. Las órdenes que tenía eran indiscutibles. No podía ser capturada viva y todas las pruebas debían ser destruidas antes de que el enemigo las encontrara. Si lograba infiltrarse, su misión era interceptar los mensajes de los alemanes y transmitirlos. Con su pequeño telégrafo, África ayudó a ganar muchas batallas contra los nazis y se convirtió en una heroína en la URSS.

Tras la Segunda Guerra Mundial, África reapareció en París con una nueva identidad y un nuevo nombre: María Luisa de las Heras. Allí se hacía pasar por una elegante modista que se codeaba con la alta sociedad, pero en realidad era una destacada espía del KGB ruso. Robaba importantes documentos para pasarlos a escondidas a la URRS.

En París, el joven y famoso escritor uruguayo Filisberto Hernández se enamoró de África. El KGB dio su consentimiento a la boda. Tenían un objetivo: situar a su agente en Sudamérica. África era tan astuta, que ni siquiera su marido supo nunca que se casaba con una espía soviética.

Cuando se casaron, el matrimonio se trasladó a Montevideo. Desde allí, África, María Luisa o Patria, realizó la labor más importante de su carrera como espía: organizó y dirigió la mayor red de espionaje soviético en América Latina durante la Guerra Fría, una de las épocas más intensas y peligrosas para los espías.

Tras más de veinte años al frente del espionaje soviético en Latinoamérica, África abandonó Montevideo sin que su labor ni su verdadera identidad fueran descubiertas jamás y regresó a Rusia, donde se convirtió en maestra de espías.

Y así fue como África de las Heras, con coraje y astucia, fue la espía más importante del KGB en Sudamérica y una de las pocas mujeres con el rango de coronel, una de las mayores distinciones del ejército ruso.

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ÁFRICA DE LAS HERAS

Nacida en Ceuta el 26 de abril de 1909, África de las Heras fue una militante comunista española nacionalizada soviética y una destacada espía de la KGB conocida como 'Patria' aunque a lo largo de su vida adoptó varios sobrenombres más.