Carmen Balcells, la superagente de los libros

CUENTO: KARINA SAINZ BORGO | ILUSTRACIÓN: CLARA MONTAGUT

Hubo un tiempo en que los escritores malvivían. Andaban solos por el mundo, tecleando sin parar. Eran tan pobres que tenían que pedir dinero prestado para mandar por correo sus legajos y rogar a Dios para que algún editor los leyera. De tanto escribir y de tan poco comer, muchos se quedaron en los puros huesos. Fueron años duros, hasta que apareció en sus vidas una mujer: Carmen Balcells.

De niña, Carmen quería montar un banco, inventar una máquina del tiempo y también conducir una ambulancia, pero resultó que su primer trabajo fue de secretaria en Barcelona y, casi por casualidad, fue a caer en una agencia literaria. A su manera no equivocó el camino. Su trabajo consistía en hacer todas esas cosas a la vez: administrar una intendencia, modernizar un negocio atrasado y salir en auxilio de los escritores que malvivían porque las editoriales se quedaban con la mayor parte de los beneficios de su obra.

Ni un minuto más. Las cosas tenían que cambiar. Y así se lo propuso. Jamás perdía el tiempo Carmen, así que montó una oficina encima de la planta de su piso de Barcelona. No podía perder tiempo ni siquiera para llegar a su despacho.  Era terca como una mula y tenía un don natural para ofrecer a los demás lo que sus escritores no sabían vender. Si a ellos la vida se le iba en escribir, a ella en conseguir que sus libros llegaran a la mayor cantidad de gente. No lo hizo sola, junto a ella pasaron cientos de personas, que intentaban alcanzar su paso de huracán. Muchos se cansaban y desertaban, pero ella seguía erre queerre.

Comenzaron llamándola por su apellido, la Balcells, pero todo el mundo acabó conociéndola como la superagente. Era una mujer regordeta y tenía las mejillas lustrosas como manzanas. Trabajadora y detallista con los escritores, y con los que no lo eran también. Para ella los detalles lo eran todo. Si iba a enviar un sobre o una carta, lo hacía con un florista y no con un mensajero cualquiera. Dura e implacable con los editores. andaba siempre de un lado a otro con una grabadora magnetofónica en la que dictaba sus cartas y telegramas. Dictaba un breve párrafo puntuando en voz alta y luego oprimía el botón del aparato para ponerse a otra cosa.

No estamos en absoluto de acuerdo y no aceptamos esta propuesta. (stop)

Los autores deberán cobrar los derechos íntegramente, y no la mitad. (stop)

¿O es que los fabricantes de papel os regalan la mitad para promociones?

Saludos

Carmen Balcells

 

En su trabajo nada podía decidirlo la suerte: ella era la encargada de descubrir lo que otros escribían y llevarlo a los grandes editores, ansiosos en aquellos años por publicar historias excepcionales de Gabito, uno de los autores que más quiso y que con sus libros dejó a los lectores boquiabiertos. Fue ella quien llenó las librerías con relatos mágicos de ancianos que vivían más de cien años y niños que nacían con cola de cerdo. Bajo su ala, los escritores consiguieron lo que parecía imposible: encontrar tiempo y tranquilidad para imaginar sus historias, en lugar de correr de un lado a otro con torres de papel a las puertas de las oficinas postales. Aunque ya fueran conocidos, respetados y premiados autores, con ella se comportaban como niños. Se acercaban remolones, para preguntarle a Carmen si aún los quería.  Entonces ella sacaba a relucir su sonrisa de negociante y su grabadora, y se ponía a despachar sus asuntos. Así era Carmen, la superagente, la mujer que llenó el mundo de libros.

-¿Me quieres Carmen? Le preguntó Gabriel “Gabito” García Márquez, el más consentido de sus escritores.

-A eso no te puedo contestar.

-¿Cómo así?

-Porque eres el 40% de mi facturación.

Así era Carmen. Lista, astuta. De poquísimas palabras. Con eso le bastó para cambiar por completo el mundo del libro. Para convertirse en la Súper-Agente.

Y así fue como Carmen Balcells, con su entusiasmo y su determinación, se convirtió en la superagente de los libros y logró que los escritores vivieran mejor.

"Para mí, la literatura lo es todo. La lectura debería ser la necesidad mayor del hombre"
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La protagonista

CARMEN BALCELLS

Agente literaria
Nació en Santa Fe de Segarra, Lleida, en 1930