Carmen «Salvanenos» Avendaño

CUENTO: ANA PARDO DE VERA | ILUSTRACIÓN: HÉCTOR PAVÓN

Dentro del faro de una pequeña playa de Galicia vive una mujer con el pelo corto teñido de colores.

Es muy fuerte y buena, aunque siempre está muy seria.

En el pueblo llaman a esta mujer Carmen Salvanenos, que significa ‘salvaniños’ en gallego, porque lucha contra los monstruos que raptan a los niños y las niñas con regalos venenosos.

Esos monstruos, que se disfrazan de personas simpáticas, regalan cosas a los pequeños que se les acercan. Son regalos que ponen muy contentos a los niños, pero que les cansan pronto. Enseguida quieren más regalos y más y más y más… No pueden parar de pedir regalos. Por eso son venenosos.

Cuando los niños no pueden parar de pedir, los monstruos los llevan a una cueva oscura y maloliente y les dicen que tendrán todos los regalos que quieran. Pero no es verdad: cuando los críos llegan a la cueva, los monstruos los encierran y se van a cazar más niños… para comérselos.

Hace muchos años, cuando empezaron a desaparecer todos los hijos e hijas del pueblo, Carmen Salvanenos decidió investigar por su cuenta, porque los que mandaban en el pueblo no le hacían caso: ni los policías ni el alcalde ni el juez… Nadie hacía caso a Carmen Salvanenos y a las madres del pueblo.

—¿Cómo puede estar pasando esto? —preguntó Carmen a la vecina de la Casa Azul.

—No sé, Carmen. Pero a mí no me queda ningún hijo en casa, solo tenía uno… —lloró la vecina, que había pintado su casa de color del cielo sin nubes porque en el pueblo siempre llovía.

—Voy a investigar, ¿me ayudas?

—Te ayudo.

Así que Carmen Salvanenos y la vecina de la Casa Azul empezaron su trabajo de detectives por las cuevas de la playa.

Caminaron y caminaron… y lo que descubrieron les puso los pelos de punta: de las cuevas salían unos monstruos horribles, negros y llenos de pelos largos, que les tapaban hasta los ojos. En la cara solo se les veía la nariz, llena de mocos y de verrugas. Tenían unas manos gigantes, todas peludas también, salvo unas uñas largas que brillaban como el metal. Daban mucho miedo.

Carmen Salvanenos y la vecina de la Casa Azul entraron en las cuevas cuando los monstruos habían salido. Lo hicieron gritando:

—¡Tenemos que salvar a nuestros hijos!

Allí dentro olía muy mal y se oía a muchos niños llorando, como un coro de gatitos maullando de frío.

Los sacaron rápidamente. Algunos no podían andar y otros estaban dormidos, así que entre las dos los llevaron a rastras por la playa. Había muchísimos niños y tardaron toda la noche en liberarlos a todos y llevarlos con sus madres.

Después, cuando los monstruos regresaron a las cuevas disfrazados de personas, Carmen Salvanenos y la vecina de la Casa Azul les taparon la salida y los encerraron dentro y cuando subió la marea, abrieron las cuevas otra vez para que el mar entrara y los ahogara a todos.

Aunque algunos escaparon…

Muchos niños del pueblo se quedaron enfermitos para siempre por culpa de los monstruos y otros se curaron, pero Carmen Salvanenos decidió irse a vivir al faro para siempre y vigilar el pueblo desde lo alto, donde brilla la luz que ven los barcos.

Desde allí, podría impedir que los monstruos que escaparon de las cuevas volvieran y raptaran otra vez a los niños y las niñas del pueblo.

Nunca máis.

Y así fue como Carmen Avendaño, con gran fuerza y valentía, lideró la lucha de muchas madres contra el narcotráfico gallego que estaba acabando con la vida de sus hijos y sus hijas.

COMPARTIR ESTE CUENTO

CARMEN AVENDAÑO

Nacida en Vigo, en la provincia de Pontevedra, el 21 de noviembre de 1954, Carmen Avendaño fue la mujer que encabezó la lucha de las madres gallegas contra el narcotráfico en la región. Fue ella quien señaló y denunció a los grandes traficantes y quien organizó planes integrales de rehabilitación e reinserción de drogodependientes. Es la presidenta y coordinadora de la fundación Érguete-Integración. (Imagen: rtve.es)