Concha Espina, pasión por escribir

CUENTO: NEREA GALLEGO | ILUSTRACIÓN: MARTA PÁRAMO

Os presento a Concha Espina, aunque la mejor manera de conocerla es imaginársela.

De pequeña, lo que más le gustaba a Concha era leer y escribir poesía.

Y aunque en su casa familiar de Santander el único libro que había era una Biblia, su mamá le inculcó un gran amor por la literatura.

—Mamá, de mayor seré una gran escritora y escribiré muchos libros.

—No lo dudes nunca, pequeña. —Le contestaba su madre.

Su madre siempre había sido su hada madrina. Por ello, perderla siendo tan joven fue un golpe muy duro para Concha y, aunque supo sobreponerse, nunca la olvidó.

Pasaron los años y su pasión por escribir poesía siguió creciendo En su época, las señoritas de buena familia debían casarse y esto fue lo que hizo Concha; con un guapo chico que contaba con una fortuna al otro lado del Atlántico, en Chile, así que se fueron a vivir allá.

En Chile descubrió que de la fortuna familiar de su marido apenas quedaba nada. Así que Concha decidió ponerse a trabajar en lo que mejor sabía hacer y un buen día se plantó en la redacción de un periódico local:

—Buenos días, vengo a ofrecerles mi colaboración en su periódico.

—¿Es usted escritora? —Le preguntaron.

—Soy poeta —respondió Concha.

—Pero la vida es prosa, señora. Espero que me mande su primer artículo cuanto antes.

Y así lo hizo. Su prosa resultó ser tan buena que su fama se extendió por todo el Cono Sur, pero su mundo se puso patas arriba cuando una editorial de España le ofreció la oportunidad de publicar su primera novela.

—Mamá, ojalá pudieras estar conmigo y ayudarme a decidir —pensó con melancolía Concha.

—Tú eres capaz de eso y más, mi pequeña Concha —sintió que le dijo una pequeña mariposa que se posó en sus cabellos.

—Gracias mamá.

Concha comprendió que lo único que quería era escribir, y de esa manera llegó a Madrid, con su novela bajo el brazo y con uno, dos, tres… ¡hasta cinco hijitos! Y sin su marido.

Las novelas de Concha se convirtieron en un gran tesoro, y como tal, fue recompensado. Concha fue nominada al Premio Nobel de Literatura varias veces y propuesta como miembro de la Real Academia otras tantas veces.

Cuando llegó a la vejez, comenzó a perder la visión. Fue la última vez que habló con su hada madrina:

—Mamá, he perdido la vista, tendré que renunciar a mi sueño.

—No hija, leer y escribir son tu pasión. Encontrarás la manera de continuar.

Entonces Concha, pese a su avanzada edad, aprendió braille y continuó su obra literaria. Porque era una guerrera, y las guerreras nunca se rinden.

Así que recordad: aunque las puertas parezcan cerradas, vosotras mismas las podéis abrir con confianza y esfuerzo. Y si no lo creéis, fijaos en Concha.

Y así fue como Concha Espina cumplió su sueño se ser una gran escritora, con tanto éxito que fue la primera escritora española que vivió con independencia económica gracias a su trabajo.

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CONCHA ESPINA

Concepción Espina y Tagle nació en Santander el 15 de abril de 1869. Fue una destacada escritora coetánea de la Generación del 98. Firmó estudios, poesía y otros muchos géneros aunque fue con sus cuentos y novelas con los que alcanzó la notoriedad y el reconocimiento. Murió en Madrid en mayo de 1955, a los 86 años.