En, la pintora que ayudaba a Dios

CUENTO: ANGÉLICA RUIZ | ILUSTRACIÓN: RAÚL ARIAS

Había una vez una niña que tenía uno de los nombres más cortos que has oído nunca, solo dos letras: se llamaba En. Cuando En era pequeña, aprendió a crear tintas de colores con tallos de hojas de roble, agua con tierra rojiza y un poco de goma arábica, lo que sería como una especie de «slime» de esa época. Entonces tampoco había bolígrafos y En utilizaba plumas de ganso cuya punta mojaba en la tinta. A sus amigos y sus padres les gustaba mucho lo que dibujaba y siempre le decían:

—Haznos un dibujo, En.

Los libros, antes de que se inventara la imprenta, se hacían de uno en uno y por eso se tardaba mucho tiempo en terminarlos. Los monjes copiaban a mano los textos. Además, solo unos pocos libros, los más especiales, llevaban dibujos.

Años después, en un importante monasterio de Zamora que fabricaba libros, los monjes buscaban a alguien que decorara con dibujos uno extraordinario. En, junto a otro sacerdote dibujante, Emeterio, comenzó a trabajar en aquel libro llamado Beato, donde se contaba una profecía sobre cómo iba a acabarse el mundo. A la gente de la Edad Media les gustaba escuchar aquella historia que era como una película de miedo hoy en día.

En era la única mujer en aquella sala de copistas. Como no le gustaban las anteriores versiones del Beato, empezó a cambiar la manera de ilustrarlo. De sus pinceles salieron colores más vivos: oro, rojo, azules…y las páginas ya no parecían aburridos textos en letras visigóticas. Les dio volumen a sus dibujos para dotar de personalidad a los protagonistas y por si alguien se confundía, ponía el nombre al lado de cada figura.

En era una artista tan valorada que firmó en aquel libro, cosa nada habitual en las mujeres en esa época, y, además, su nombre aparece por delante de su compañero de trabajo, Emeterio, lo que quiere decir que era más importante.

Junto a su nombre, En también nos dejó escrita su pequeña autobiografía:
«En, la pintora que ayuda a Dios».

Y así fue como En se convirtió en la primera mujer pintora en toda Europa que firmó su obra y cuyo nombre conocemos.

«En, la pintora que ayuda a Dios»
COMPARTIR ESTE CUENTO
La protagonista

En

Pintora del Monasterio de San Salvador de Tábara.
Zamora, siglo X.