Fidela Campiña y sus 60 nombres

CUENTO: MONTSE ROMÁN | ILUSTRACIÓN: PILAR VEGA

Hace muchos años, más de cien años, nació en un pueblo de Almería una niña a quien pusieron por nombre Fidela. En realidad, sus padres —Antonio Campiña y Josefa Ontiveros— le pusieron tres: Fidela Ana Eloísa. Pero, a decir verdad, Fidela tuvo 60 nombres.

¿60? ¡No puede ser!

No puede ser y sí pudo ser. Para llegar a los 60 nombres, hay que viajar al lugar donde juegan al escondite las noticias que un día fueron y ya no son: la hemeroteca. Y a veces, con suerte, con mucha suerte, ¡zas!, atrapas una foto. Las fotografías antiguas tienen poderes. Tú las miras y ellas te miran, y siempre te dicen cosas.

En una de esas fotos posa Fidela junto a sus padres y hermanos. Tiene seis años y ya vive en Madrid; es una niña vivaracha que sonríe con los ojos. Fidela era entonces la quinta de siete hermanos, y luego de ocho; y en todas las casas donde vivieron, entre el barrio de Malasaña y el de Chamberí, al entrar al portal, por entre la barandilla y las escaleras, a menudo se oía un piano.

Do, re, mi, fa, sol, la si; si, la, sol, fa, mi, re, do… Aquel piano era feliz porque los niños de esa casa, a medida que iban creciendo, aprendían música con él. Fidela estudió piano en el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid. Y mientras tocaba, cantaba. Y cuando alguno de sus hermanos cantaba, ella lo acompañaba al piano. Y así, no se sabe muy bien cuándo, un día Fidela se dijo muy decidida:

—Voy a estudiar canto. ¡Yo lo que quiero es cantar!

¿En un coro? No, no. Qué va. Fidela quería ser la protagonista, la chica de la película. Ella quería ser todos y cada uno de los personajes a los que lograra atraer con su voz. Y convertirse en una princesa, una heroína, una sacerdotisa…

¡¿Solo con la voz?!

—¡Sí, sí, sí! —nos diría Fidela—. Porque todo es posible con música y acción.

Y así es y así fue. Fidela se llamó Turandot, se llamó Tosca, se llamó Norma, se llamó Gioconda, se llamó Aida. Y Leonora, Santuzza, Amelia, Dolores, Lina, Minnie, Isolda, Desdémona, Salomé… Y así hasta 60 nombres: todas las mujeres a las que Fidela dio vida sobre un escenario.

Fidela era soprano, la voz femenina más aguda y la protagonista de muchísimas óperas; pero también cantó personajes de mezzosoprano, que es una voz más grave: Carmen, Amneris, Azucena. Su potencia vocal era asombrosa y, cosa rara en su tiempo, era muy buena actriz.

La primera vez que cantó una ópera entera sobre un escenario fue en el Teatro Real de Madrid. ¿La veis? Sus ojos brillan. Dice una noticia revoltosa que hubieron de arreglarle el vestido porque le bailaba. Dice otra noticia cantarina que Fidela “pone su alma entera en lo que dice y canta”. Aquella noche fue Margarita de la ópera Mefistófeles. Era 1913. Tenía 19 años.

Tuvo tanto éxito en el personaje de Margarita, la aplaudieron tanto, que ya nunca dejó de cantar. En el Liceu de Barcelona, el Costanzi de Roma, el Colón de Buenos Aires, La Fenice de Venecia, el Coliseu dos Recreios de Lisboa, el Manhattan Opera House de Nueva York, el San Carlos de Nápoles, La Scala de Milán… Citar todos los teatros donde actuó sería muy largo de contar. Fidela es hoy casi una cantante de ópera desconocida, pero no hubo teatro lírico importante en Italia, España y América del Sur donde ella no cantara. Y en otros muchos teatros del mundo mundial.

Voz, música y acción. Fidela y sus personajes de ópera. Fidela y sus 60 nombres.

Y así fue como Fidela Campiña, pianista, música, cantante de ópera, con un carácter de armas tomar, dentro y fuera de la escena, se convirtió en una de las sopranos internacionales más relevantes del siglo xx.

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Fidela Campiña

Soprano dramática nacida en Tíjola (Almería) el 28 de enero de 1894. Entre 1913 y 1948 actuó, entre otros muchos, en todos los teatros líricos más importantes de Italia, España y América del Sur; en Estados Unidos, Francia, Holanda, Portugal... Falleció en Buenos Aires, su segunda patria, el 27 de diciembre de 1983. Italianizó su nombre y apellido. Como Fidelia Campigna consta en el universo de la ópera.