Josefa de Óbidos, la pintora que cambió el Barroco
Un día, a mediados del siglo XVII, nació en Sevilla un bebé llamado Josefa de Óbidos. Su padre era pintor barroco oficial de los cristos, santos y vírgenes, el que los dibujaba en cuadros para que el resto del mundo pudiese verlos.
Trabajaba todas las mañanas y como Josefa no tenía permitido ir al colegio, la llevó con él a su taller y le presentó a todos aquellos cristos y santos de sus cuadros. También le dio un pincel y un lienzo para que los pintara y se los enseñara a sus amigos, aunque con una única condición: solo podía pintar si antes le había pedido permiso.
Cuando el padre de Josefa los miraba, los cristos y los santos siempre lloraban, ponían cara de dolor, como si les hubiesen hecho daño. Pero cuando los miraba Josefa, todos sonreían y le devolvían la mirada con los ojos muy abiertos y con los mofletes sonrojados y regordetes. Así que empezó a pintarlos así, contentos y felices.
Y lo hacía tan bien, con un estilo tan original, que cuando Josefa se hizo mayor, su padre decidió permitirle pintar sola, cuando ella quisiera, sin que tuviera que pedirle permiso antes. Entonces, Josefa se convirtió en la primera chica que pudo pintar sin tener que rendir cuentas ante un hombre. Podía ir a la tienda sola a comprar su propio material y le pagaban a ella por sus cuadros.
Los lienzos que pintaba eran mucho más bonitos cuando los dioses aparecían retratados gorditos y contentos así que todo el mundo quería que Josefa le vendiera un cuadro. Como ganaba mucho dinero con sus originales cuadros, se llevó a vivir con ella a sus sobrinas y también les enseñó a pintar.
Durante muchos años, Josefa pintó centenares de cuadros y cuando se murió les dejó todo su dinero a sus sobrinas, aunque con una única condición: les hizo prometer que su herencia nunca llegara a manos de ningún hombre. Su fortuna sería solo para las mujeres.
—Porque con ese dinero conseguirán educarse y aprender como ahora lo hacen los chicos —les dijo.
Y así fue como Josefa de Óbidos, con un talento y un estilo muy personales, se convirtió en la pintora barroca más importante y en una de las poquísimas mujeres que no solo lograron ganarse la vida ejerciendo el oficio de pintora, sino que se hicieron ricas y respetadas gracias a él.