Mariana Pineda: la defensora de la libertad

CUENTO: BEATRIZ BECERRA | ILUSTRACIÓN: LÍA ATECA

Hace justo dos siglos, vivía en Granada una muchacha llamada Mariana Pineda. Huérfana desde muy pequeña, pasó al cuidado de un tutor tras otro, y entre todos ellos se fueron quedando poco a poco con la herencia que le había dejado su padre. Mariana era pobre y no tenía a nadie, pero era valiente y muy despierta. Tenía mucho carácter y sabía bordar muy bien, así que supo salir adelante. La trataban como a una criada, pero era una superviviente.

Por entonces había en España un rey absolutista llamado Fernando VII que gobernaba como un tirano y al que el pueblo pasó de llamar «el Deseado» a «el Felón» porque era un soberano cruel y sin escrúpulos, vengativo y traicionero, que vivía rodeado de aduladores.

Con quince años, Mariana se casó con un hombre mucho mayor que ella y poco después, a los dieciocho años, se quedó viuda y con dos niños pequeños. Pero resulta que, entretanto, España había vivido un breve respiro del absolutismo opresor de Fernando VII que se llamó El Trienio Liberal. Los liberales obligaron al rey a jurar la Constitución de Cádiz y a suprimir la Inquisición. Pusieron en marcha reformas y miraron al futuro y a Europa. Y claro, Mariana descubrió los valores de la libertad que defendían y se entregó a la causa.

Pero aquel periodo de libertad duró poco, y cuando Fernando VII retomó el poder absoluto de antes, empezó a perseguir sin descanso a los liberales. Entonces Mariana decidió esconder en su casa y ayudar a todos los liberales perseguidos que podía. Pedrosa, el jefe de la policía de Granada, la tenía en su punto de mira. En España todo eran conspiraciones, y aunque Mariana, por ser mujer, no era considerada una cabecilla liberal, querían detenerla para que delatara a los líderes liberales.

Así que un día, entraron en su casa y la registraron. Allí encontraron una bandera liberal que llevaba medio bordadas las tres palabras que resumen las ideas liberales: «Libertad. Igualdad. Ley». Pedrosa y los suyos la habían colocado ahí a propósito para tender una trampa a Mariana y así poder detenerla.

Pedrosa ofreció a Mariana la libertad a cambio de que delatara al resto de liberales, pero no contaba con su espíritu indomable. A pesar de encerrarla en la cárcel y amenazarla con ser condenada a muerte, no logró que Mariana delatara a nadie así que, aunque estaba secretamente enamorado de ella, Pedrosa la condenó a muerte. Tenía solo 26 años.

Mariana eligió ser fiel a sus ideas y leal a sus compañeros. Cuando oyó su sentencia dijo:

—El recuerdo de mi suplicio hará más por nuestra causa que todas las banderas del mundo.

Al final, aquel malvado rey terminó siendo odiado por todos y la causa liberal consiguió sobrevivir en España.

Y así fue como Mariana Pineda se convirtió en un símbolo de la defensa de la libertad. Su nombre está grabado en la puerta principal del Parlamento Europeo en Estrasburgo.

"Nunca una palabra indiscreta saldrá de mis labios"
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La protagonista

Mariana Pineda

Heroína liberal y símbolo de las libertades.
Vivió en Granada en el siglo XIX.