Matilde Ucelay, la primera arquitecta española

CUENTO: RUTH PRADA | ILUSTRACIÓN: MALU BARNUEVO

Matilde y sus tres hermanas vivieron una infancia extraordinaria. Iban a un colegio muy moderno donde las niñas practicaban muchos deportes y todas las semanas las llevaban en tren de excursión. En su casa, recibían visitas de actores y dramaturgos como García Lorca y su padre las llevaba a conciertos y a la ópera. La vida en esa familia era muy estimulante.

Cuando a Matilde le llegó el momento de ir a la universidad, sus padres se quedaron sorprendidos con su elección:

—Quiero estudiar arquitectura — les anunció.

Le encantaban el dibujo y las matemáticas. El problema era que ninguna chica hasta entonces había estudiado esa carrera. Cuando empezó a ir a clase vio que ni siquiera había baños para chicas. No importaba, ella estaba decidida a demostrar lo mucho le gustaba lo que había elegido y se aplicó tanto que en un año hizo dos cursos.

La mayoría de los profesores la felicitaban, pero había algunos que no querían reconocer que una chica pudiera hacerlo tan bien:

—Esa chica va bien. Pero cuando llegue a mí, ya veremos —decían.

El día que terminó la carrera, sus compañeros le hicieron una fiesta. No se podían imaginar que solo unos días después estallaría la Guerra Civil y sus vidas cambiarían para siempre.

Después de la guerra, a Matilde le prohibieron trabajar como arquitecta durante cinco años, pero ella continuó diseñando proyectos, aunque los tuvieran que firmar sus compañeros.

Matilde siempre decía:

—Las mujeres, si no tienen independencia económica, no tienen libertad. —

Así que se casó, tuvo dos niños y montó un estudio de arquitectura en su propia casa donde siempre trabajó con mucha determinación.

Por las mañanas diseñaba viviendas y por las tardes cogía el tranvía y visitaba las obras. Al final se cansó de tanto tranvía y un día le dio una sorpresa a su familia, ¡se había sacado el carné de conducir y se había comprado un coche!

Matilde cogía su Seat 600, se iba a las obras para hablar con albañiles, electricistas y fontaneros y se hacía respetar en ese mundo de hombres sin perder la elegancia –siempre que podía se ponía vestidos del famoso diseñador Balenciaga–.

La primera arquitecta del país dibujaba casas con grandes ventanales para que entrara la luz, salones amplios para que la vida fuera muy cómoda y le pedía ayuda a un amigo que diseñaba paisajes para completar las viviendas con preciosos jardines.

Matilde diseñaba casas para que sus habitantes fueran felices.

Y así fue como Matilde Ucelay se convirtió en la primera arquitecta titulada española. Con decisión y determinación, consiguió dedicarse plenamente a su profesión durante más de cuarenta años. Diseño más de un centenar de proyectos.

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Matilde Ucelay

Nació en Madrid en 1912 y recibió el Premio Nacional de Arquitectura en 2004, cuatro años antes de su muerte. Sus edificios más emblemáticos son la Casa Oswald, en Puerta de Hierro, en Madrid; la Casa Benítez de Lugo, en las Palmas de Gran Canaria; y las librerías Turner e Hispano-Argentina en Madrid. El Ayuntamiento de la capital acaba de anunciar que dedicará unos jardines a la memoria de la arquitecta.

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