Rebeca, la mejor amiga de los chimpancés

CUENTO: MONTSERRAT DOMÍNGUEZ | ILUSTRACIÓN: LUPE CRUZ

A Emily le picaba la cabeza. ¡Piojos otra vez! Lo malo es que estaba enfadada con su familia, y no le apetecía pedirle ayuda a nadie para liberarse de ese tormento. Que te pique la cabeza es lo peor: no puedes pensar en otra cosa.

Paseando por el bosque, Emily se fijó de nuevo en esa chica pálida y delgada que parecía muy tímida: siempre estaba por ahí, observando, aunque nunca se acercaba adonde ella y sus hermanos jugaban cada tarde. Tampoco hablaba su mismo idioma, así que no tenía muy claro si era maja o no. Finalmente, decidió darle una oportunidad. Y aunque le costó entenderse con ella, la chica comprendió lo que Emily quería y empezó a buscarle y a quitarle las liendres.

Desde ese día se hicieron amigas, y Rebeca, que así se llamaba la chica pálida, empezó a juntarse con Emily y su panda. Un día Rebeca les presentó a Kutu, que era grande y fuerte, pero un poco raro y serio y no podía jugar, saltar ni trepar a los árboles tan ágilmente como el resto. Tenía una herida bastante fea en la pierna, y era Rebeca quien le curaba todos los días.

A Emily lo que más le gustaba del mundo era trepar a los árboles. Una tarde se quedó medio adormilada en una rama. De repente, escuchó un grito de terror. Una pandilla de matones estaba asustando a Rebeca. Emily se enderezó y a punto estaba de bajar para ayudar a su amiga, cuando escuchó un rugido feroz. Era Kutu, que se había plantado delante de los acosadores y protegía con su enorme cuerpo a Rebeca. Se echaron a temblar, los muy gallitos, y salieron corriendo.

Tiempo antes, muy lejos de allí, cuando Rebeca era pequeña, un incendio terrible quemó los montes alrededor de su casa. Se pasó días llorando, hasta que el guardabosques le dijo que, en vez de tantas lágrimas, podría ayudarle a rescatar a los animales que se habían quedado sin hogar. Encontraron una cría de zorro, luego un polluelo de águila. El guardabosques enseñó a Rebeca a cuidarlos, y en cuanto crecieron, los devolvieron al monte.

Desde ese momento, Rebeca se dio cuenta de que eso es lo que quería: cuidar animales huérfanos o heridos, pero no para mandarlos a un zoo, sino para devolverlos a su hogar. Por eso estudió veterinaria. Y por eso se fue a Tchimpounga, una selva en la República del Congo donde viven en libertad muchos animales salvajes.

Es verdad que Tchimpounga está muy lejos de Ferrol, a ocho mil kilómetros. Pero es que en Ferrol no hay chimpancés como Kutu y Emily. Rebeca ya ha aprendido su idioma, así que pueden jugar juntos, aunque a veces no le quede otro remedio que quitar piojos.

Y así fue como Rebeca llegó a dirigir el Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpounga, una reserva natural donde viven más de ciento cincuenta chimpancés y el único lugar del mundo donde se reintroducen en su hábitat natural.

«Siempre tuve la necesidad de proteger a los animales y devolverles la libertad»
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La protagonista

Rebeca Atencia

Veterinaria
Nació en Ferrol, Galicia, en 1977