Remedios Varo, la pintora de sueños

CUENTO: ANGÉLICA RUIZ | ILUSTRACIÓN: CARMEN REVUELTA

Había una vez una niña que se llamaba Remedios porque, antes de que naciera, se había muerto su hermana mayor y ella fue el «remedio» para la tristeza de sus padres.

Remedios, que tenía ojos negros de gato, soñaba con figuras de colores y animales imaginarios que le fascinaban, pero cuando se despertaba no sabía bien cómo contarlo. Probó a escribir sus sueños en forma de historias que luego ocultaba bajo los baldosines.

—¿Por qué escondes tus historias? —preguntó su padre.

—No me acaban de gustar, papá. Me salen solo garabatos y tachones.

Remedios vivía con su familia en un pueblo de Girona e iba algunas veces con su madre a la catedral. Allí, un buen día descubrió los dibujos de un libro ilustrado hacía siglos por una mujer llamada En.

—¡Mamá, mira! ¡una serpiente con siete cabezas! ¡Oh, esto es fantástico! ¡Se parece a mis sueños!

Así que pensó que quizás podría intentar dibujar sus sueños con lápiz y papel en un cuaderno.

Su familia se tuvo que trasladar a Algeciras, al sur de España. En la nueva casa, Remedios colocó sus dibujos en las paredes: en ellos aparecían serpientes, hechiceros y brujas. Aunque aquello tenía mejor aspecto, sus sueños seguían siendo más vivos y coloridos.

La familia se mudó de nuevo, esta vez a Madrid, y viendo que Remedios no parecía muy alegre, sus padres le preguntaron por ello:

—Mis dibujos tampoco se parecen a mis sueños —respondió.

—Remedios, para eso, mejor que el cuaderno son los cuadros, y en lugar del lápiz, necesitarás unas varitas mágicas llamadas pinceles.

Dicho y hecho, Remedios empezó a estudiar pintura en la Academia de Bellas Artes de Madrid. Sus sueños empezaron a aparecer mucho mejor en los lienzos: serpientes, figuras esbeltas, mecanismos, sombras, gatos, caballeros alados, calles de Cataluña, bicicletas… pero todavía faltaba algo en su obra.

Cuando en España empezó la Guerra Civil se fue a París, pero allí estalló la Guerra Mundial, y con tanta guerra por todas partes, Remedios no conseguía pintar ni un cuadro, así que se tuvo que ir a México. Al llegar, descubrió de inmediato el último ingrediente que le faltaba: los vivos colores de los paisajes, los vestidos y las máscaras mexicanos.

Sus pinturas se convirtieron en las más bonitas, sorprendentes y diferentes del mundo porque, ahora sí, eran igual de brillantes y mágicas que sus sueños.

Y así fue como Remedios Varo se convirtió en una de las mejores pintoras surrealistas del mundo y una de las mejores de la historia.

"Yo pensaba que para un creador lo importante es el crear y que el devenir de su obra era cuestión secundaria y que fama, admiración, curiosidad de la gente, eran más bien inevitables que cosas deseadas"
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La protagonista

Remedios Varo

Pintora surrealista.
Nació en Anglès, Girona, en 1908.