Tina de Jarque, la bailarina desnuda
Tina era hija de un payaso y, claro, toda su infancia vivió en un circo con trapecistas, domadores, equilibristas y hasta tragasables. Llevaba el faranduleo en la sangre. A Constantina, que era como se llamaba en realidad Tina, le gustaba el escenario desde chica, los focos de luz sobre ella y los micros que elevaban su voz hasta el cielo. Hablaba perfectamente cuatro idiomas que aprendió de los artistas del circo que venían de todo el mundo.
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Ella siempre quiso ser una gran artista y se empeñó en tener una vida de película, bueno, de película de entonces, así que no le quedó otra que aprender mucho y viajar más. De Sudamérica trajo nuevos bailes y músicas como el jazz, la samba y la bossa nova, espectáculos que dejaban maravillados a los españoles de aquellos locos años 20. Jamás de los jamases habían visto a una mujer tan guapa bailar tan bien, hablar tantos idiomas y cantar canciones de amor y desamor tan bonitas. Dicen que fue la primera mujer que se atrevió a desnudarse en la gran pantalla en España. El público se quedó fascinado con la imagen y la noticia corrió como la pólvora por todo el país.
Aquel mismo año empezaron las peleas y combates de la guerra civil y la joven artista fue detenida. Tina era tan arrebatadora y bella que su captor se enamoró perdidamente de ella y le propuso fugarse. Ambos se embarcaron en una peligrosa aventura en la que no faltaron robos, espías y persecuciones.
No se sabe si Tina logró escapar a Francia o fue fusilada acusada de espía. ¿Quién sabe? Quizás, tan enigmática como siempre, se fugó guardando el secreto de su identidad, dejando de llamarse Tina de Jarque y envejeciendo como una abuela más que te puedas encontrar.
Nunca se sabe el misterio que esconden las abuelas.
Y así fue como Tina, atreviéndose con todo, se convirtió en una de las vedettes más famosas de España y en una artista transgresora símbolo de libertad.